DestinoViajero tuvo una invitación que al verla me llenó de gusto, y es que seríamos parte de los festejos de la XXIV Convención Internacional BMW Motoclubes México, la cual marcaba dos cosas importantes, una que era la primera vez que iban medios y la otra es que rodaríamos en la recién presentada R18 B (Bagger). Adenmás de lo anterior usaríamos la moto para lo que está hecha, es decir devorar kilómetros, y no solo presumir en algún Starbucks.
Serían cinco días que sumaron al final para mí en el odómetro unos 2.300 km. Eso significaba llevar algo de equipaje, pero me sentí tranquilo al tener mi moto “maletera”. Mi sorpresa llegó cuando traté de meter cosas a ella, la verdad es que está muy reducido el espacio además de las bocinas de bajos firmadas por Marshal que restan un 15 % más de espacio, un detalle a considerar, tomando en cuenta que es para viaje. Pero bueno, tuve que recurrir a la vieja técnica del mochilazo.
Desde el primer día rodaríamos denso, ya saben la cita en un Starbucks (por no dejar…) y vámonos, la ruta para escapar de la Ciudad de la Esperanza sería vía Toluca y Atlacomulco y salir a Palmillas, para unos kilómetros más adelante tomar camino rumbo a Jalpan de Serra, aunque nos dimos el tiempo de pasar por Peña de Bernal pa´ la foto. Estos caminos siempre serán muy vistosos, realmente disfrutas el manejar por ahí, cruzando localidades y de repente abandonando la civilización para tomar largas rectas y curvas amplias en la zona desértica, algo que sin dudas hubiéramos disfrutado mucho de no ser por nuestro guía que iba demasiado lento.
Lo árido comienza a dar paso a la vegetación mientras seguimos subiendo y pasamos por Pinal de Amoles, (sí también pa´ la foto) y de paso tomar algo de líquidos porque aunque estaba nublado el calor era alto. Continuamos rumbo a Xilitla, no sin antes tener un sobresalto en carretera con piso resbaloso, fuera de eso llegamos tarde a nuestro hotel y cena, situación que se repetiría todos los días por nuestra lentitud. El hospedaje sería en la Posada James, prácticamente al lado del Jardín Surrealista, y donde “me esperaban ya en mi cuarto”, pero no piensen mal, eran una sendas arañas que me hicieron dormir intranquilo, y no es que no me gusten los insectos u otras alimañas, pero no en mi cuarto. La cena fue preparada al momento por los dueños de la posada y a descansar.
El desayuno sería en el mismo punto, pero ahora me pude percatar de la vista que tenía el lugar a una cañada brumosa llena de vegetación y una sensación de libertad impresionante. Luego de esto fuimos al Jardín Surrealista, y me dio algo de tristeza, ya que hace unos seis años que estuve allá pudimos caminar y subir a los edificios de construcción caprichosa, pero ahora ya está prohibido y el recorrido es corto y pierde algo de su encanto de poder ir a dónde quieres.
Sobre las motos de nuevo, rumbo a La Media Luna, ya en tierras potosinas, pero de nuevo, la lentitud del guía y el “valemadrismo” de los operadores del lugar nos dejaron sin poder entrar, y es que según el horario de cierre es a las 18:00 y llegamos alrededor de las 16:00 y ya estaba cerrado, y vimos como otras personas también se regresaron, mientras que las personas adentro ni fueron a darnos explicaciones, tache y luego se quejan de que no tienen visitantes…
Se suponía que ese día terminaba a las 18:00 horas alojados en el Hotel Hilton (que por cierto, tiene muy buenas instalaciones), pero llegamos cerca de las 21:00, sí, de nuevo por venir a paso tortuga, cosa que comenzó a molestar al grupo de colegas.
El viernes las cosas sonaban emocionantes, ya que primero conoceríamos la Planta de BMW en San Luis Potosí, dónde sería la foto oficial del evento (que ganas de tomarse “selfies” de la gente, eso ya es patológico) y posteriormente ir hacia el Parque Tangamanga II que cuenta con una pista de carreras que no visitaba desde hace más de 10 años, ahí tuvimos un pequeño track day no sin antes perdernos para llegar al parque y luego dentro del parque, qué divertido…
La comida este día fue en el restaurante, El México de Frida , un lugar muy colorido y espacioso que les recomiendo ampliamente, faltó estómago para pedir de todo lo que se antojaba en el menú, cuando anden en tierras potosinas, no dejen de darse una vuelta por ahí.
El sábado sería un día largo, ya que de San Luis Potosí rodaríamos a Tamasopo, a unos 246 km, y obvio, por la vía panorámica. En este punto yo me desconecté de nuestro guía, y comencé a soñar en repetir todo este viaje, a mi ritmo, y no con ello digo que ir rapidísimo, pero tampoco tomando curvas a 50 km/h y fastidiando al tránsito que desesperado un par de veces nos “aventaron” el auto para rebasar. Hasta modelos como la BMW 650 GS nos rebasaba, fue un poco bastante humillante, toda vez que teníamos que demostrar las capacidades de nuestras R18 B. Por cierto, aquí no toco mucho el punto de la Huasteca Potosina ya que básicamente no vimos nada, salvo una parte de cascadas de 2 metros, por lo que nos perdimos esas majestuosas caídas con agua turquesa, insisto, tengo que volver a ir.
Dejando a un lado la experiencia del guía, el viaje fue muy bueno, y recomendable, y lo puedes disfrutar también en auto, ya sabes CDMX – Sierra Gorda – Xilitla – La Media Luna – Tamasopo – San Luis Potosí, y si tienes tiempo puedes seguirte rumbo a Real de Catorce, pueblo que me sigue faltando, ya que por diversos motivos “se me caen los planes” y no puedo ir.
EL viaje en la R18 B fue muy placentero y apenas lo sentimos, ya que esta moto es un sillón andante que además –y a diferencia de la R18 convencional– ofrece una suspensión activa automática que te ayuda a no sufrir por las imperfecciones del camino. Además sorprende el bajo consumo de combustible, no importando el inmenso motor 1800 cc, le fallan detalles de ergonomía y audio, pero supongo que para próximas generaciones se arreglará.